La semana pasada la editorial giró en torno a la cuestión del matrimonio homosexual al que con un timing excelente Bruno Bimbi le contestó sin dejar lugar a dudas. Y hoy... hoy, bueno, según nuestro anónimo editorialista se bastarde la bandera de los Derechos Humanos y él no tiene otro remedio que salir a reivindicarla, eso sí encapuchado.
Parece ser que veintisiete años desde el regreso a la democracia no han hecho mella en los que siguen pensando en que la última dictadura cívico-militar fue una guerra, que mató a 30.000 personas, que se apropió de sus hijos y que le quitó la voz no sólo a una generación, sino a todos aquellos que hemos nacido después y que hemos perdido sus referencias. Quizá la frase de Shakespeare en Enrique IV "Nada es deshonesto para aquellos que ganan" venga muy a cuento y describa con descarada precisión en la encrucijada que estamos parados. ¿Decidiremos como el señor Aznar, meter el pasado bajo la alfombra y olvidar a los muertos donde están y dejar a los vivos que no saben hijos de quiénes son junto con sus apropiadores y cómplices de sus asesinos?
"Estela de Carlotto está transitando activamente el mundo de la política y reclamando protagonismo." Claro, no es que Abuelas y Madres busquen a sus nietos e hijos, zurdos que mejor están muertos que vivos (porque el único zurdo bueno es el zurdo muerto) sino que lo que quieren es un reconocimiento político, quieren apoderarse de este país, como no pudieron hacerlo sus hijos y destruir a la corporación mediática y a sus escribas que vomitan su verborragia desde el anonimato de palabras impresas con tinta manchada de sangre y que encima, pretenden que todos sus lectores somos estúpidos y perdonamos sus "pecados de juventud".
La funcionalidad a un gobierno que, por ejemplo, emplea casi permanentemente el pretexto de la defensa de los derechos humanos para intimidar a algunos medios de prensa puede terminar desacreditando el valor de muchas acciones de organizaciones civiles que, en su momento, se habían hecho merecedoras de un bien ganado prestigio.
"La participación política" que el cronista tolera tiene más que ver con la concepción "Susanita" del mundo. Para los que no son asiduos lectores de Quino, me explico. Charla entre Mafalda y Susanita (no es textual, puede fallar): "cuando sea grande voy a ser una señora importante y voy a hacer banquetes en los que vamos a servir lechón y pollo y cosas ricas, para juntar fideos, polenta y esas cosas que comen los pobres". Esa es la participación que les gustaría a los tribuneros mitristas que tuviera la señora de Carlotto. Una participación simbólica, para la foto, que hubiera aceptado comprar la sangre de su hija a un módico precio.
¿Por qué sigue usando el modal? ¿Por qué no se anima a decir lo que piensa sin el puede, sin el casi, sin los algunos, sin los debería o podría?
Un defensor de los derecho humanos no debe olvidar velar por los derechos individuales, pero tampoco debe ni puede olvidar que el negarle a la sociedad el saber la verdad es un delito que no se ampara detrás del "yo no quiero saber". "Todo argentino que aspire a un galardón internacional tan trascendente debería bregar por el reencuentro y la reconciliación de sus compatriotasalgo que difícilmente se logre si se apoya un tratamiento desigual por parte de la Justicia respecto de quienes estuvieron enfrentados en los años 70 y se consiente una manipulación de los derechos humanos al servicio de mezquindades políticas.". "Sería altamente positivo, para su propia organización y para la necesaria pacificación del país, que las integrantes de Abuelas de Plaza de Mayo no abrazaran una versión distorsionada de la verdad histórica"