domingo, 6 de junio de 2010

Las dimensiones del horror

El suboficial Gregorio Rafael Molina nació el 2 de abril de 1944. La matemática indica que tenía 32 años cuando comenzó a cometer los delitos que se le imputan.

Hace 34 años, era un hombre fuerte, vigoroso, siempre dispuesto para el trabajo sucio. Con la muerte del teniente Cativa Tolosa, Molina pasó a ser el subjefe de Inteligencia. “Era el jefe de todo”, dijo un ex conscripto de aquellos años que padeció las ínfulas del suboficial. “Andaba todo el día armado, con granadas y pistolas”, comentó otro. “Nos hacía practicar porque decía que podía haber un ataque de la guerrilla”, recordó un ex colimba que estuvo en la Base Aérea en 1979.

Ahora tiene 66 años, problemas físicos y podría ser cualquier jubilado que se sienta a tomar el sol en alguna de nuestras tantas plazas. Podría... y en ese condicinal se esconden no sólo las posibilidades de Molina, si no las posibilidades que truncó con sus decisiones hace más de treinta años.

Eso es lo que quisieron recordar en sus alegatos finales los querellantes del caso cuando pidieron la reclusión perpetua y la cárcel común. Hacer un ejercicio de memoria en un juicio que llega 34 años tarde. Pero como la única batalla que se pierde es la que se abandona, esperamos que se haga justicia.

4 comentarios:

Marcelaso dijo...

Bien, Némesis. El blog, de a poquito, va creciendo. Se suman seguidores y aparecenten comentaristas.

Su respuesta a Susy es bien setentista, aunque Ud. no lo sepa: hacer colectivo lo que es individual o patrimonio de pocos.

¿Se había dado cuenta...?

Va por el buen camino.

Y la semana que viene, es clave en el juicio al represor Molina que, esperemos, solo sea el preámbulo del juicio más importante, a los responsables de la represión ilegal en nuestra ciudad: Barda, Arrillaga, y un largo etcétera...

Némesis dijo...

(no diga nada son comentaristas sobornados) Nah... la cosa irá creciendo de a poco, esperamos porque intentamos que tenga una mínima seriedad y un poco de "profundidad" en nuestra opiniones.

Gracias de lo de ir por el buen camino. ¿Ud. cree? Y lo de la respuesta al otro posteo salió así. Es algo en lo que creo hace tiempo sin sabe muy bien de dónde ha salido... pero cuando las cosas se vuelven colectivas cosas extrañas pueden pasar, incluso hasta el pensamiento puede cambiar.

Con lo de los juicios, seguiremos atentos ya que el Sr. Iglesias no lo hará.

Noelia Ibañez dijo...

hacer justicia es por supuesto que estos asesinos, torturadores y monstruosos personajes (que no son de ficción) mueran en la cárcel, que para lo que ellos hicieron es muy poco aunque sea terrible saberse encerrado para siempre. Pero también la justicia tendría que calar más hondo en todos, dentro de cada uno de nosotros, y seguir buscando las complicidades y los silencios... esa tarea, pienso tal vez nos corresponda a los que navegamos por las aguas de las ciencias humanas, que muchas veces nos deshumaniza pero sería terrible que no llorásemos ni un poquito ante terribles atrocidades, además de escribirlas, de analizarlas, de contarlas, deberíamos sentirlas como propias.

Némesis dijo...

Me gusta la idea de no perder la capacidad de emocionarnos, a pesar de que los que pretendemos trabajar con el sujeto histórico y su entorno, creemos que podemos ser tan objetivos que nada debería afectarnos.

Podríamos refugiarnos detrás de las convenciones o de las cartillas al uso (ideologías, supuestos marcos teóricos, lo que quieras) pero esa no es la pregunta, la preguntas es ¿deberíamos?

Tu plantemiento va directo a la cuestión de fondo de las ciencias humanas. Pero como todo planteamiento es más interesante la pregunta que la respuesta ;-)