Pepe Cibrián Campoy: “Un homosexual puede ser un gran padre”
Cuenta que lo invitó a participar en la audiencia la senadora Negre de Alonso, una opositora al matrimonio gay, en un almuerzo con Mirtha Legrand. Dice que dudó, pero lo convenció un diputado socialista. “El día que salga esta ley, yo adopto”, asegura.
Por Soledad Vallejos
“Los señores estos dicen que ‘sólo papá y mamá’, dicen ‘antinatural’. Dicen que el matrimonio es para procrear y no piensan en que una señora lesbiana se puede inseminar, que un señor homosexual puede ser un gran padre”, critica Pepe Cibrián Campoy. Termina la semana y, aunque ha viajado al interior para dar un seminario, no puede ni quiere despegarse de los ecos que siguen escuchándose tras su intervención, el martes pasado, durante la primera de las audiencias públicas que el proyecto de ampliación del matrimonio civil tuvo en el Senado. Lo dijo ese día y lo repite en la conversación: “Hay parejas que quieren un hijo para darle amor. Eso es un matrimonio”. Por eso, continúa, “el día que salga esta ley, yo adopto con Santiago”.
“Mirá, sólo ayer recibí 416 mails en mi casilla”, cuenta. Lee fragmentos al azar: “Fuiste estandarte de una realidad inevitable”, “gracias por darnos voz a quienes tenemos otros modos de vida”... Todas esas palabras fueron enviadas por personas a quienes él jamás conoció y que, sin embargo, necesitaron contarle qué les pasó tras esos minutos durante los cuales él contó momentos de su vida personal y de pareja. Al comenzar esa reunión, Cibrián Campoy refirió cómo resignó su paternidad porque, en caso de adoptar, la ley dejaba potencialmente desprotegido a su posible hijo, a quien sólo reconocería un padre, y no dos. “Yo soy un hombre de perfil bajo en cuanto a lo social, lo íntimo. Nunca estuvo en tela de juicio mi sexualidad ni mi vida privada, pero como publiqué mi autobiografía y el título es lo que me dijo mi padre cuando le conté de mi sexualidad, será que tenía que hacer esto. Un día el Negro (González) Oro me tira ‘¿te casarías?’, y a partir de allí surgió este Pepe, que habla de sí con una dignidad que aprendí de mi padre.”
–¿Cómo se gestó su participación en la audiencia pública?
–En mayo, compartí una mesa en el programa de Mirtha Legrand. En ese almuerzo estaba la senadora Liliana Negre, que preside la comisión donde se debate ahora el proyecto. (NdR: en ese programa, del 13 de mayo, estuvieron, además, Roberto Piazza, Gabriel Rolón, Ricardo Cuccovillo y la diputada Cynthia Hotton.) Ella no está de acuerdo conmigo, pero en un acto de profunda amplitud me invitó a que fuera a exponer. Entonces... yo no sabía qué coño decir. Lo llamé al diputado Ricardo Cuccovillo, a quien había conocido también en ese almuerzo. “¿Quién habla?”, me dijo. “Pepe Cibrián Campoy”, le dije. Iba por la ruta, me dijo “dejame que pare”, y cuando paró le pregunté: “¿Qué hago? ¿Voy o no voy?”. Y él me dijo: “¿Cómo no vas a ir? Tenés una voz que la gente escucha. Te pido que estés”. Y fui. Yo le pedí que me acompañara, “necesito que me ayudes con tu energía”, le dije, y por eso él el martes estuvo en la audiencia el tiempo que yo hablé.
–¿Hablar en un ámbito tan diferente del habitual, sobre un tema tan personal y en un contexto político, le dio pánico escénico?
–Te juro por mamá que no. Me dio un orgullo profundo. Y no esperaba nunca que sucediera esto, pero sí creo que la sociedad está mucho más preparada de lo que algunos creen para dar la bienvenida a este cambio en la ley. Por eso mismo, porque se dan cuenta, creo que muchos senadores que antes no apoyaban ahora lo van a pensar. Algunos dicen que para (Julio) Cobos podría ser una disyuntiva en su momento, al llegar la votación, si los números están empatados. Si fuera así, yo le diría a Cobos que piense en lo mismo que le dije a (la diputada Cynthia) Hotton en ese almuerzo: “¿Qué es preferible? ¿Que haya un niño en la calle o que esté en mi casa, conmigo y mi pareja, Santiago, recibiendo amor y teniendo una familia?”. En este momento, yo sé que soy un señor que tiene que pelear por un ideal y el de muchos. Yo no tengo problemas: podría adoptar, tengo dinero para heredar y para que me hereden, mi familia no ningunea a Santiago y jamás le impedirían entrar al sanatorio si yo un día enfermo. Pero detrás de mí hay cientos de miles de personas que sí tienen problemas en todos esos sentidos. Hay todavía chicos que no se animan a decir a sus padres que son homosexuales. No fue mi caso.
–En la audiencia refirió una conversación con su padre.
–Mi padre era distante, muy tímido, muy reservado, discutíamos mucho. Esa noche habíamos discutido mucho, mi madre vino a mi cuarto muy enojada, le conté de mi sexualidad. Se quedó dura y dijo: “Vamos al cuarto de tu padre”. Fuimos al cuarto de papá, estaba leyendo un libro, porque era un gran lector. Y mamá le dice: “Tu hijo quiere hablar”. Ahí empecé a vomitar todo de nuevo. Con ternura, papá se sentó en la cama. Dijo: “No, Pepe, se es hombre en la vida, no en la cama. Te pido que seas como sos al ciento por ciento. Si no, no te respetaría”. Nunca más hablamos del tema. Me dio libertad de acción, de pensamiento, de ser humano. ¿Qué me pueden decir por la calle por decir quién soy? Ordinarieces. Que más me da. Pero cuando escucho a estas personas, como Valeria Mazza y demás, con las cosas que dicen (sobre la homosexualidad y las familias diversas), pienso que deberían pelear en todo caso más allá de la palabra: en lugar de hablar tanto de los niños que no tienen familias, ¿por qué no hacen algo para solucionarlo? Mi padre a los 18 años se enroló porque empezó la Guerra Civil Española. Peleó en el Ebro. ¿Qué pensaría mi padre ahora si me viera? No tengo dudas de que diría: “Ahí está mi hijo peleando por sus ideales con sus armas en la batalla”.
–Hasta ahora, a pesar de tener años de cierta exposición pública, siempre resguardó su vida privada y la de su pareja.
–Sí, pero Santiago me entendió que yo necesitara hacer esto. El me apoya. No se saca fotos porque no es mi intención hacer un show de la pareja. El es arquitecto, y estaba en el Senado. Estuvo sentado entre la gente, al fondo. Me acompaña en esto. Sabe que desde ese día doy notas, digo que sí a todos. Con que una sola persona cambie de opinión es suficiente. Si vamos sumando uno de los tantos, todos los que vamos hablando, puede cambiar una ciudad, un país, una mentalidad. A lo mejor la de los senadores. El día que todo esto termine, y espero que termine para bien, no me vas a escuchar hablar más del tema.
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